martes, 26 de abril de 2011

He crecido.


Siempre me surge la necesidad de escribir. Llega un momento en que es necesario pasar balance, desahogarse.
He llegado a la conclusión de que he crecido y quiero compartir con ustedes las razones de esta afirmación.
He crecido porque he sabido reconocer que Dios tiene el control de mi vida y al saber esta gran verdad, percibo todo lo que sucede en mi vida como parte de su plan en mi vida y por ello, sufro menos, la ansiedad disminuye.
He crecido porque con lágrimas y a veces enojo he aprendido a ser un poco más flexible, a elegir ser más inteligente emocionalmente, a elegir como opción de vida ser más positiva, a suprimir y disminuir comportamientos heredados y aprendidos.
He crecido porque al elegir ser más positiva, mis pensamientos son más saludables y de esa manera atraigo lo mejor a mi vida.
He crecido porque luego del dolor y la rabia me di cuenta que esa relación sirvió para hacerme más dócil, más mujer, más flexible, más humana.
He crecido porque me abrí a la posibilidad de volver a creer, de volver a darle paso al “amor” y entendí que aquello que me frustró y me provocó tanto dolor y resentimiento, debía pasar para que yo aprendiera a ser más suave en mi trato y mis palabras. Que si aquello no hubiese tenido fin, él no hubiese entrado a mi vida y entonces no habría vivido lo que hasta ahora ha sido la mejor relación.
He crecido porque aprendí que una relación se disfruta cuando más libertad hay. Que controlar no significa asegurar. Que cuanto más espacio y confianza hay, mejor se dan las cosas porque la confianza y la comunicación son vitales y son más importantes que las emociones del momento.
Que querer no es idealizar. Que amar es una decisión en tanto decidas estar con la persona pese a sus limitaciones y defectos. Que una relación sana se basa en el respeto y la admiración. Que ni lo físico ni el dinero son los pilares de una relación sana y maravillosa.
He crecido porque he aprendido a romper mis propios esquemas, quizás no los míos sino los de a mi alrededor, los que algunos han creado y pretenden que yo siga.
Que mientras más libertad, más felicidad. Que la libertad nada tiene que ver con el libertinaje. Que la libertad nos evita sufrimientos y suprime los complejos.
He crecido porque me he dado cuenta que he aprendido de los errores: algunos comportamientos ya no los exhibo, aun cuando se presentan las mismas situaciones o quizás peores.
He crecido porque quizás basada en el dicho “lo que no te mata te hace más fuerte”, algunos golpes los asumo como piedras que al empujarlas, hacen que el músculo del corazón y la mente, se fortalezcan.
He crecido porque ahora valoro más algunas cosas que antes, pasaban desapercibidas. Ahora, acostarme en mi cama de noche se convierte en algo celestial, pues el tiempo, el ajetreo hacen que acabe muy agotada. Ahora es un deleite ver el atardecer. El verdor de la naturaleza me tiene loca últimamente…y los pajaritos en la mañana, ayyyyyy qué deleite! Me siento cada día más viva! Ahora soy más pro cuidar el ambiente. Ahora me importa demasiado estar en casa, en Puerto Plata.
He crecido porque desde hace un tiempo, cultivo el hábito del silencio. El silencio, ay el silencio. En el silencio he encontrado muchas respuestas. El silencio me evita amarguras, pleitos y me dota de mucha paciencia.
He crecido porque me he dado cuenta que el hábito del desprendimiento, es otro fabuloso. Y he crecido porque he decidido ser más atrevida, asumir retos inimaginables.
He crecido porque ahora soy más valiente y he decidido que algunas situaciones en específico no me van a robar la paz.
He crecido porque me bastaron una semanas para necesité unas semanas para quitar de mi cabeza una gran equivocación de años y aprendí que la belleza exterior no depende de ningún accesorio, que los aretes no son más que eso: accesorios! Fue difícil, pero aprendí. Ya no me importa andar sin arete. Detalles pequeños como ese, no significan nada para mí ya. Ah, otra cosa, dejé atrás el complejo de usar lentes de sol porque me quedaban mal todos y ahora ando protegida del sol. Ahhh y qué decir de que me hacen sentir más chula y bonita, caramba!
Que no hay mayor pago que la satisfacción de hacer algo que nos guste y ser reconocida valiosa y útil por ello.
He crecido porque he aprendido que puedo mentirle y no ser sincera con los demás pero que el peso de mi consciencia no permitirá que esté en paz y que ante todo me debo a mis principios. Que hay que ser valientes y enfrentar con la verdad lo que venga.
Que una mujer cuando está enfocada en sus asuntos y tiene varias razones por las que sonreír, no sufre cuando se acaba una relación. Que por más enganchada emocionalmente que esté una, eso jaaaaamas la saca de órbita. Aprendí que así como somos valientes para abrirnos a una relación de pareja, así mismo debemos ser valientes para salir. Oh, es fácil entrar, pero salir no! Ahí es cuando más valentía, coraje e inteligencia debemos demostrar. He aprendido que hay que vivir con dignidad todas la etapas del “amor” y que hay que tener humildad para decir: El terminó conmigo o en buen dominicano: el me votó y no apelar a orgullito barato y ridículo. Y que sus razones, sus razones son tan válidas como fueron las mías en otras situaciones.
Que respetar también es retirarse cuando en verdad ya las condiciones no sean las mismas y las cosas no fluyan igual. He aprendido que cuando se acaba una relación es una oportunidad gandiiiisima para salir victoriosas, que una derrota es la antesala de una gran victoria y que hay que perder para poder ganar.
Pero lo más importante: HE CRECIDO PORQUE CADA DIA MAS ESTOY MAS CERCA DE DIOS.